Cuando comencé mi camino como mamá, había muchas cosas que desconocía. A 15 días más o menos de comenzar la lactancia en mi niña, visite al médico para que me quitara los puntos y le comenté sobre las grietas en la lactancia, a lo cual me comentó:
Necesitas darle 15 minutos de un lado y 15 minutos del otro después completar con fórmula. No le hice caso, mi niña no me soltaba y yo me quedaba viendo a ese pedacito alimentarse de mí. Después aprendí la razón de lo que por instinto hice.
Durante la lactancia a libre demanda, el contenido de la grasa en la leche aumenta por la frecuencia con la que tu bebé se alimenta. Esto ocasiona un crecimiento mayor en tu pequeño. A ti te ayuda a evitar la mastitis, la cual se deriva de la retención de leche acumulada, provocando malestar e infecciones de mama.
Los bebés tienen crisis de crecimiento que los obligan a alimentarse más durante ciertos meses y una lactancia con horarios establecidos evita este proceso. Cuando están enfermos pero aún no tienen síntomas, las tomas se vuelven más frecuentes, te necesita cerca y la leche además de servir como alimento se vuelve un consuelo para tu bebé.
La lactancia materna a libre demanda estimula la producción de la misma, evitando que comiences a notar que escasea. No importa si estás en la calle, el metro o un restaurante, la alimentación a libre demanda no tiene horarios ni sabe de etiquetas sociales.
Esta forma de alimentación promueve la creatividad en los niños. Ellos se dan cuenta, aún a su corta edad, que al pedir pecho de una u otra manera logran sus objetivos, que se resumen en alimentarse y tener cerca a mamá. Dejarlos llorar por hambre no sólo les afecta emocionalmente, también en su desarrollo intelectual.
Antes de despedirme quiero recordarte que el llanto es el último indicador de hambre, observa a tu bebé, si se chupa sus manos, se muestra inquieto o busca con su boca tu cercanía. Así te darás cuenta que es momento de ofrecerle el pecho.
Abrazos y feliz lactancia, el camino puede ser difícil pero vale la pena cada paso.
Yo he tenido 2 lactancias exitosas y las he disfrutado mucho. De hecho, mi peque aún toma su Lechuga y muchas veces es el consuelo de tener a mamá cerca, de calmar algún berrinche, de sentirse seguro.
Estoy completamente a favor de la lactancia.